Publicada en El Mercurio Inversiones
El 2023 cerró como un año especialmente prometedor para la minería chilena, en particular respecto a sus proyecciones como un actor clave en la descarbonización mundial. El medio Energy Monitor identificó el top 10 de países con minerales críticos para la transición energética, donde Chile alcanzó el primer lugar del ranking, valorizando en US$1.89 billones las reservas de cobre, litio, cobalto y níquel en el país, según datos de la Bolsa de Metales de Londres y el United States Geological Survey del periodo.
Si bien es de público conocimiento que nuestro país concentra las principales reservas de cobre del mundo, además de una amplia presencia de los minerales ya mencionados, no deja de sorprender la posición alcanzada en dicho ranking. Esto porque supera ampliamente a Australia, por US$400 mil millones, uno de los principales productores de metales del mundo, que alcanzó el segundo lugar en la medición.
Entonces, alcanzar todo el potencial minero del país le entregaría un sentido trascendental a la industria, dado el rol de nuestros minerales en la lucha contra el cambio climático, al mismo tiempo que genera oportunidades de desarrollo para Chile y, consecuentemente, para el bienestar de sus personas.
Al cierre del 2024, la reciente alza de la producción en la minería del cobre, tras dieciocho años a la baja, es una señal que avanzamos en el camino correcto, pero se hace necesaria una visión a largo plazo para no truncar dicho potencial. Especialmente porque, durante 2025 y hacia el futuro, la minería se enfrenta a desafíos locales y globales que podrían aumentar las brechas entre las expectativas de producción y de crecimiento para el sector.
Así lo revela el más reciente estudio de EY, que año a año rankea los principales riesgos y oportunidades para la minería a nivel mundial. Esta medición, donde participan altos ejecutivos de la industria de todo el mundo incluyendo a Chile, por primera vez identificó la Disminución de recursos y reservas y el Desarrollo de nuevos proyectos, como factores críticos para el sector, en las posiciones cuarta y octava respectivamente.
Si bien la Capitalización encabeza este ranking, en un contexto geopolítico volátil que requiere tomar decisiones de inversión con perspectiva de riesgo, ambos factores señalados con anterioridad serían una consecuencia directa de este escenario.
Esto porque ya es una realidad para la minería nacional la decreciente ley de los yacimientos, y que el riesgo de agotamiento de estos recursos y reservas se ve potenciado por los altos costos de exploración, que comprometen un suministro sostenible para satisfacer la creciente demanda de minerales.
Por otro lado, los prolongados tiempos de tramitación de nuevos proyectos complejizan aún más este diagnóstico. Esto sin considerar los altos costos de ejecución y posterior operación, asociados al suministro energético, la fuerza laboral y la inflación, que se han mantenido al alza desde el 2021.
Países como Australia están reaccionando rápidamente para mitigar estos riesgos y convertirlos en oportunidades, con políticas como la entrega de subvenciones para la exploración o la creación de un sistema integrado de permisos vía ventanilla única. Si bien la realidad de ambos países es diferente, Chile requiere de una visión de Estado, que convoque al sector público y privado en la búsqueda de oportunidades y el desarrollo de soluciones colaborativas, para que nuestro potencial minero no sea sólo una cifra brillante, sino un aporte significativo al crecimiento del país y la transición energética del mundo.