En entrevista con El Mercurio de Santiago, Joaquín Villarino, Presidente Ejecutivo del Consejo Minero, comentó que si bien hay necesidades sociales y que la minería puede elevar su aporte, lamenta que se mantenga este tipo de discusiones por tantos años, lo que impide ingresar de lleno a los desafíos que tiene el sector y que se están abordando en los países desarrollados.

“Es increíble ver cómo en el mundo desarrollado se impulsan medidas para fomentar la minería; lo que se denomina los minerales críticos para la transición energética está teniendo lugar. El mundo va en dirección distinta a la discusión que hay en Chile respecto a la actividad minera, en cómo tener más minería para enfrentar el cambio climático y en cómo ser más eficiente en el otorgamiento de permisos, mejorar la relación con las comunidades, mayor diversidad. Cómo facilitar esta conversación sobre los desafíos del sector”, indicó Villarino.

-¿Ven un avance en los cambios que fueron introducidos en el proyecto por parte del Ejecutivo?

“Ratificamos lo que hemos dicho desde el inicio, la disposición del sector minero para incrementar la contribución tributaria. Estamos conscientes de que hay que ir a satisfacer necesidades sociales impostergables, y el sector minero está dispuesto para tener un incremento en la carga tributaria. Lo que hicimos ver es que es indispensable que ese aumento de carga tributaria no sacrifique la competitividad de la industria, y que la estructura fuese diametralmente distinta a la del proyecto original.

“Durante estos meses de trabajo, nuestros equipos técnicos y los de Hacienda logramos que nos escucharan respecto a la estructura, les demostramos que no era correcta y que iba a desincentivar dramáticamente la inversión y afectaba a los yacimientos de mayores costos, sacrificando parte importante de la cartera por desarrollarse, por lo que hay que reconocer que la nueva estructura es mejor que lo que había. Es cierto que se conserva el ad valorem, que es algo nuevo y que hemos dicho que es regresivo, porque afecta a las compañías de mayores costos, pero quedó en una fórmula de 1% que no se cobra cuando las compañías no tienen resultados positivos, lo que aminora el efecto negativo que adjudicamos a este componente.

“Respecto al impuesto específico, conservó su estructura, permitiendo descontar la depreciación, lo que no estaba en el proyecto anterior, y es muy bueno, porque va en la línea correcta y lo vincula con margen operacional y no con el precio, estos son elementos rescatables”.