Señor Director:
En la edición del miércoles se publicó una columna del profesor Gustavo Lagos, titulada “Nueva tributación minera”. En ella se aportan antecedentes interesantes para el proyecto de ley sobre nuevo royalty minero. Luego de señalar que es muchísimo el aumento entre de entre 8 y 10 puntos porcentuales de carga tributaria derivado de la propuesta del Gobierno, concluye que rebajar tres puntos de ese aumento ubicaría a Chile en el mismo nivel de Perú. Como bien señala la columna, el Consejo Minero tiene cálculos distintos, según los cuales la propuesta del Gobierno dejaría a Chile con una carga tributaria 7,7 puntos sobre Perú.
Complementamos estos antecedentes, explicando a qué se debe la diferencia de cifras sobre la brecha tributaria entre Chile y Perú. Mientras el estudio en que se basa el profesor Lagos -y otros anteriores, por ejemplo el que usa el Gobierno- incluyen en la carga tributaria de Perú el 8% de participación de los trabajadores en las utilidades de las empresas, el Consejo Minero cuestiona esa inclusión, porque el 8% de gratificaciones forma parte de la remuneración laboral. De hecho, sumado ese 8% a los demás ítems de la remuneración de los trabajadores peruanos, el total resultante es incluso inferior a la de los trabajadores chilenos.
Adicionalmente, es bueno aclarar que los 7,7 puntos de Chile sobre Perú que apreciamos en la propuesta de royalty del Gobierno surgen de un promedio de tasas tributarias calculadas por el Fondo Monetario Internacional para Perú, algunas de ellas con y otras sin el 8% de gratificaciones, dado que el mismo estudio entiende que hay un debate al respecto.
Es decir, aun cuando no compartimos sumar el 8% a la carga tributaria de Perú, asumimos que hay análisis diversos y proponemos utilizar una tasa promedio de escenarios con y sin las gratificaciones.
Tal como hemos señalado públicamente en forma reiterada, la gran minería chilena está disponible para aumentar el aporte de impuestos, manteniéndonos dentro de un margen de competitividad tributaria. Esperamos que en esos cálculos de competitividad prime el rigor técnico y la prudencia.